lunes, 17 de diciembre de 2012

Va a ser que no

Mientras, en un paraíso casi olvidado,
los últimos retazos de luna se sacuden los infames azules.

Hoy podría revertirse la venganza ausente del amanecer esquivo,
o la cruel mañana que atrapaba tiempos malgastados.

Tal vez por ello haya que mirar tan cerca, tan demasiado cerca,
que las ramas no sacudan el alba entre los ojos.

Y así continúan calles y ritmos, imberbes ignorantes
de los cánticos que definían el ocaso:
Ruedas, líneas inútiles y a lo lejos lo diario como única respuesta.
Llueve hoy, es cierto, como llovía entonces.

Arranquemos pues a este crepúsculo asfixiante los primeros rayos
y tendamos a la nada desde la nada por si acaso.

Una vez de regreso contábamos una vez que sin mares ni restos incipientes
se hallarían por fin aquellas otras veredas repletas de ratones.

Pero es falso, al fin y al cabo lo que queda
es el remanente de un ansia de tormenta, una mota de polvo entre las pestañas,
la infinitesimal desviación de un centenar de equívocos.


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