lunes, 21 de agosto de 2017

Análisis parálisis

Quise.
Y ahora, ahora
ahora que puedo,
ahora que basta un...
ahora que...
ahora...

Lo mágico es lo ajeno,
como una condena
rostros que viran  hacia el norte,
sangre o palabra,
todo cristal y puentes.

Silencio de puertas destrozadas
donde pierdo la vista.

Quise.
Podría.
Puedo.
Ahora.
Ahora...

Es ese momento,
en esa milésima de instante
aquel otro yo que duerme
otro sueño cualquiera
susurra que existe
que espera
un ahora
este ahora de bruces
en que los océanos ya no son de tiempo
en que las vidas implosionan una a una
en que los deseos son ideas,
las ideas son palabras
y los labios se aceleran.

Ahora.

Pero descalzo en la tumba de cristales
a vueltas con los relojes y las lluvias,
el mar, la mar, todo aquello
que son caminos agarrotados,
juguetes deshauciados por la esperanza
en un futuro que ya es cadáver,
miro.

Ahora, en el momento, 
en el momento
para el que he acumulado las palabras,
cada una de las palabras
desde hace un millón, o dos,
de veranos y de recuerdos de veranos,
para el que he llovido y he llorado,
el momento sin metáforas,
el precio pagado mil veces,
las mil derrotas del día al día,
las reales, las otras,
ahora que se alzan los demonios
los de dentro, los de fuera,
los fantasmas, los dragones, los espejos.

Los espejos.
Los espejos de siempre.
Los espejos hechos de mar y de cemento,
de la tierra en la que he hincado las manos, 
las rodillas, 
los sueños.

Ahora.
Los espejos.
Los juegos.

Pero esto la vida, 
y la vida era esto.

Y ahora
ya no es siempre todavía
sobre un montón
de poemas rotos,
de helados sin chocolate,
de ilusiones por la espalda
girando la cabeza.

Todavía no hablé de manos.
De manos muertas.
Estas manos. 
Las mismas de siempre
que prometieron no olvidar
y olvidaron
y convirtieron
en fuego los abrazos
y en rabia las esquinas,
que deberían
no mirar,
deberían mirarme,
empujarme,
decirme
que es ahora
que ahora todo empieza,
que ahora todo acaba,
que es ahora.

Simplemente ahora.






sábado, 19 de agosto de 2017

Después

Salir. Pasear. Leer. Un café. Ahí está el cielo. Ahí está el mar. Y la lluvia que no llega. Vivir. Pensar. Seguir. Olvidarte otra vez. Ser consciente de que no nos volveremos a ver, que no volveremos a hablar. Que nos devorarán los años, que nos borraremos de la memoria. Escuchar. Continuar. Perder la mirada. Volver. Continuar jugando. Continuar perdiendo. Continuar. Inventar palabras. Sentir. Nos romperemos de nuevo al otro lado de la calle. Estas aceras ya no son las mismas aceras. Estos no son los mismos horizontes. Y lo sabíamos, lo sabíamos desde entonces. Olvidé decirte que se me murieron los abrazos una tarde de otoño, que perdí los besos una noche de verano, que este pozo es una barricada, y que la lluvia se llevó el resto. Pero el tiempo no se llevó nada. Olvidarte otra vez. Eso sé hacerlo. Reconstruirte. Reconstruirme. Navegar al límite de las posibilidades. Ir un paso más allá. Borrar futuros. Volver a caer. Levantarme de nuevo. Pasar las cosas que pasan. Doblar la realidad. No volveremos a vernos, eso es real. Ya no llueve. Apilar recuerdos. Hacer hogueras. No volvermos a hablar aunque nos duela. Aunque nos duela a ambos. Ya no tenemos nada que decirnos. Nunca tuvimos nada que decirnos. Y lo sabíamos, siempre lo supimos. Radiografiar instantes. Ver viejas fotos. No sé cuántas veces tendré que olvidarte. Perseguir fantasmas, derrotar monstruos. Seguir jugando. Ganar a veces, lo importante es el juego y estos ratos. Pero eso ya lo sabes. Y aceptamos las reglas y nos perdimos, y ganamos otras vidas posibles. Pintar de rojo el cielo, y de amarillo, y de violeta, ya sabes. Eso lo sabes. Y tal vez recuerdes mis recuerdos, y quizá perdiste también los abrazos, y quizá se te rompieron los besos, y sólo seguimos haciendo lo único que sabemos hacer, vivir, y no del todo. Voy a hacer una pira inmensa con las manos. Olvidarte las veces que haga falta. No volveremos a vernos, es sencillo, es lo normal, es la vida. No volveremos a hablarnos y no tenemos nada que añorar. Voy a contar las estrellas en tus ojos. Vaciar la memoria de tus manos. Tus ojos. Tus manos. Voy a arrancarme los sueños a pedazos, y lanzar las nostalgias por los aires. No voy a llorarte, no vamos a llorarnos. Se nos amontona vida en los rincones. Nunca sabremos nada, todo llega y todo sigue. Voy a olvidarte las veces que haga falta. Toda la vida, si es necesario.

lunes, 7 de agosto de 2017

TSNR

Huir de la sombra ajena como si fuese el mañana,
justo a tres metros del minuto siguiente,
con frases a medio construir salpicando las aceras.

Persiste aquí un lamento sigiloso
que se escurre de voz en voz o de ansia en ansia
como si fuese un río de flores a punto de explotar:
a un lado, el presente, el vacío, la nada
que casi se resinga a ser concreta,
al otro, el pasado, el monolito que cambia sus tallas en los rincones, y sugiere días azules de un otoño permanente.

Y delante, como no, el futuro, un cristal roto, inmenso,
donde cada pedazo son mil hilos,
cada hilo mil reflejos,
cada reflejo mil quizás,
cada quizás este momento.