martes, 13 de septiembre de 2011

Tanto

Detrás se esconden otras huidas,
los inabarcables muros de lo infinito,
de este claro de nube que era.

Allí no se alcanza más que ese silencio
irremisible de las manos,
la ausencia cotidiana,
la insoportable banalidad del gesto.

No cabe ya más mirada,
que la de los espejos vacíos,
la de las cuencas ennegrecidas,
la de los cantos que un día fueron puente
y ahora son otra muralla.

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