martes, 25 de marzo de 2014

Agua fría

Es el lugar donde terminan los sueños,
justo a un milímetro de la nada,
la lluvia se convierte en nombres
y acecha, herida, la angustia.

Fue por un momento una tormenta
y ahora se está rompiendo como el aire
un retazo de aquellos últimos días
de imposible azul y amanecer inquieto.

Ahora es un hoy que no se acaba,
aquel otro todavía sugerido
que se desliza con suavidad al desespero
mientras aprieta algo entre los dedos.

Que de aquí al infinito era demasiado trecho
para construirse sin andamios
y ahora nada más caminan restos de viejos olvidos,
la impertinente prestancia del ayer confuso e imposible.

Y así se cierra el todo, con un abrazo inminente y definitivo,
el de las ausencias perennes y el tiempo caduco,
el fin de la posibilidad como certeza,
el amargo despertar a una realidad imposible e infinita.

Así se rehace, con desgana, el silencio,
se reconstruyen viejas murallas,
se rompen los puentes, se borran los caminos,
todo llega, al fin, y todo, al fin, se olvida.




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