viernes, 11 de mayo de 2012

El que avisa no es Greyjoy

Saberte allí, a tal nostalgia
que no llegan los abrazos,
rodeándote de efímeros vacíos,
el tiempo perdido de antemano,
la espera útil solo para seguir respirando.

Saberte allí donde no alcanza
el sutil compromiso con los hados
ni la conciencia de que ese, que aquel instante preciso
fue la puerta de un futuro imposible.

Saberte allí e imaginarte que tú sabes
que yo desde aquí sé que te estás tan lejos
con las palabras acumuladas esperando el olvido,
con las manos cerradas por costumbre,
con el olvido preparado para comenzar.

Saberte allí y pretender imaginarte esperando
un camino que coincida al menos un trocito,
sin saber siquiera dónde es ese allí donde te sé.

Saberte allí sin saberte siquiera y querer...
pero todo es anhelo, aire, nada.
Saberte allí, y no saberte.




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