miércoles, 2 de noviembre de 2011

El Castillo Ambulante

Trenes que ya no llevan a ninguna parte,
el mar ya no es ni promesa
y el tiempo será otro día.

Ya no abundan los deshaucios
y el frío sacude sus últimas desventajas.
Hoy arden otras auroras, allá, en aquellos lejos,
sin barcos ni mundos.

Quedan ríos inconclusos entre estirpes olvidadas,
polvo entre las alamedas
y el juego del equívoco ardiendo siempre entre la melaza.
Frías mañanas, siempre tan frías.


















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