domingo, 9 de agosto de 2015

Viejos árboles

Hay días que sí 
y días que no,
días que sí se puede 
y días que cuestan,
que se atragantan los minutos,,
que todo pasa tan despacio,
que todo está tan lejos,
que no se oye nada,
nada,
y el silencio
pesa,
pesa,
acorrala,
abruma,
hiere,
y el tiempo
se muere
se agota
se estira
se espera,
no llega,
no pasa,
no vuelve, 
no termina
de acabarse.

Hay días que siguen a un momento
y son ese momento todo el día
y solo queda esperar a que la vida siga,
porque al final la vida sigue y todo se olvida,
porque tiene que olvidarse,
porque todo pasa, 
porque tiene que pasar,
porque no puede doler tanto,
no todo el tiempo,
todo ha de irse,
de borrarse,
y se borran los rostros,
los buenos, los malos,
y los nombres, 
los buenos, los malos
los años,
los buenos, los malos
y nada queda 
de lo que fue todo
y nos rompemos,
y ya está, ya está hecho,
y toca
lo que toque.
Y todo sigue,
y ya está dicho,
y ya veremos,
y ahora tocar seguir, sí
todo eso.
Pero ¿Cómo seguimos?
¿Cómo empezar?
¿Cómo se cierra,
se entrecierra,
se deja de mirar la luz
de esa otra puerta
que quisimos cruzar,
que no supimos,
o que nada más
esta ahí,
planteando 
la probabilidad equivocada,
la otra, 
esa vida distinta
sin este momento,
sin estos días
que cuestan tanto
que duelen tanto,
que no pasan aunque se acaben,
que el corazón recuerda 
aunque lo demás se borre?


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